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ROBERTO ARLT EL LANZALLAMAS

Roberto Godofredo Christophersen Arlt nació en 1900, se crió en una humilde familia de inmigrantes, su padre era  de Prusia, hoy Polonia y su madre italiana. Abandonó su casa a los 16 años, las dificultades cotidianas y su condición social impidieron que pueda terminar la escuela primaria. La precariedad de la vida lo haría pintor, ayudante en una librería, aprendiz de hojalatero y peón en una fábrica de ladrillos, aun así insistió durante toda su vida en ser inventor pese a su falta de éxito. A los 16 años, comienza a escribir para un periódico donde muestra la cara oculta de una argentina aparentemente próspera. Recomendaba escribir, y escribir hasta en el lugar más incómodo. “No dispongo de tiempo, rentas, ni sedantes empleos nacionales” expresaba el escritor y periodista. Describió de manera única, admirable y encarnizada los personajes desolados que habitaron la época en que le tocó vivir, en aquella civilización en ruinas y en  un mundo a punto de desmoronarse  plagado  de angustias existenciales, donde la  miseria humana y económica  cuajaban de manera estridente dentro de las  almas perdidas encerradas en la ciudad. Roberto Arlt creció, se desarrolló y vivió en aquella  cultura y la convirtió en literatura. De oficio periodista autodidacta, trabajó para varios medios gráficos escribiendo sus “Aguasfuertes”, Aguasfuertes  que el  tiempo  convertiría en  libro. Pese a  ser  leído por un sector importante de seguidores, la muerte lo encontró joven y no pudo ver la cumbre a la que se elevaría su  obra. La pluma de Artl fue considerada marginal, en  el ambiente en que se desenvolvía  encontraba sus decadentes  musas inspirativas, sus personajes eran gente de la calle, del arrabal, de los prostíbulos, obreros, malandrines, detestables fiolos o asesinos. La incisiva y casi brutal crítica social que exhibe en los sentimientos y situaciones de sus personajes alarmó a los críticos de la época que no entendían la escritura con jerga callejera que el autor utilizaba cuando  describía la bestial realidad en la que la se vivía. Al respecto, Borges lo cita en el prologo de su libro “El informe de Brodie” cuando criticaban a Arlt de desconocer el lunfardo: “Me he criado en Villa Luro, entre gente pobre y malevos y no he tenido tiempo de estudiar esas cosas”. Al escritor nunca le interesó agradar al establishment  cultural de su época, ni se privó de utilizar ninguna herramienta al alcance de su escritura que fuera eficaz para retratar la realidad de un modo descarnado; por ello algunos de sus libros causaron revuelo y escándalo. La "desprolijidad" de su escritura, los "errores ortográficos" que se le imputaban, quedan reducidos a meros detalles anecdóticos a la hora de evaluar una obra que ocupa un lugar esencial dentro de la literatura argentina del siglo XX. Quizás la obra de mayor  impacto fue “Los Siete Locos”, donde los personajes carecen de fe, de moral, códigos, objetivos y sentido existencial, personas arruinadas, bastardeadas por  un sistema indiferente, donde los caminos de la vida se oscurecen tomando matices surrealistas. Coherente con la época,  en la obra  se mezcla extrañamente el  nacionalismo  fascista  con el  anarco comunismo y el esoterismo, por allí desfilan  personajes profundamente angustiados como confundidos;  aplastados por las presiones sociales y económicas, se enmarañan en una absurda idea totalitaria de toma de poder a la que pretenden internacionalizar desde Buenos Aires. La revolución comunista, planteada por los  protagonistas, pretende ser  financiada por prostíbulos manejados por un grupo delictivo que planea purificar la especie a través de una limpieza criminal.  De allí se desprende el  preludio del fracaso de un mundo industrializado que deposita todo el futuro de la humanidad en el paradigma del progreso y la industrialización, tomando la novela ciertas variables cercanas a la ciencia ficción. Producto de lo mencionado, el escritor representa  la alienación social  acentuada en nuestros días. Todo el sinsentido social de la época y la crisis económica provocada por el capitalismo, decantaría más tarde en la Segunda Guerra Mundial. Los Siete Locos  fue continuado en una segunda parte denominada “Los Lanzallamas”. Arlt, al mejor estilo Dovstoyesky, hace uso extremo del monologo interior hasta sumergirnos  en las alma atormentadas de los personajes y nos golpea, allí, donde creemos que hemos generado nuestros más robustos callos internos, sacudiéndonos la psiquis  en cada párrafo.

Tras visitar España y Marruecos en los últimos meses de 1935 y los primeros de 1936 como corresponsal, el autor hizo hincapié en la literatura fantástica, también incursionó en  la literatura teatral. La muerte lo encontró a la edad de 42 años producto de un ataque cardíaco, dejando su sello inextinguible  en la literatura argentina. Recientemente se han rescatado numerosos cuentos policiales de antiguas revistas donde  el escritor publicaba sus escritos. Pese a poseer una escritura que por momentos pareciera tornarse algo fastidiosa al detenerse en las sensaciones y en los estados del alma de sus personajes, Roberto Arlt es sin lugar a dudas uno de los exponentes más “facinerosos”, como lo definiera Alejandra Pizarnik, y a la vez mas veraces de nuestra literatura urbana.

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