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MARTIN MIGUEL DE GÜEMES. EL PADRE DE LOS POBRES

El 17 de junio de 1821 moría quien resistiera heroicamente con sus gauchos harapientos nueve invasiones de los mejores ejércitos españoles. Fue la pieza clave en la retaguardia de San Martín, sin embargo la historia oficial lo sepultó en el olvido.

“El padre de los pobres” como se lo conoció en su Salta natal nació el 8 de febrero de 1785. A los 14 años inició la carrera militar, luego partiría a Bs. As. donde participaría de la defensa de la ciudad en la invasión inglesa, protagonizando un hecho insólito: la captura de un barco de la corona británica con una fuerza de caballería. La bajante del Río de La Plata había dejado varado un barco inglés que bombardeaba la ciudad. Güemes aprovechó la circunstancia para abordarlo junto a sus jinetes a puro sable y lazo logrando capturarlo. Tras la Revolución de Mayo, Güemes se incorporaría al ejército patriota destinado al Alto Perú. Desde 1814 estuvo al frente de un ejército irregular de gauchos denominados “Los Infernales” que les harían la vida imposible a los invasores, resistiendo su avanzada y expulsándolos de los territorios ocupados. San Martín le brindó su más absoluto apoyo a sus desgastantes tácticas de guerra que no daban tregua al ejército enemigo, dejándolo al mando del Ejército del Norte. La adhesión popular a Güemes fue notoria, pese a ser gobernador de su provincia no contaba con armas y los elementos necesarios para enfrentar un enemigo tan despiadado como el español. Bs. As. se negaba a enviarles ayuda ya que tenía otra preocupación que la defensa de las fronteras, todas sus energías estaban puestas en aniquilar la revolución Artiguista que se extendía por el Litoral. Güemes comprendió que tenia que arreglárselas solo y como pudiera. Lo acompañó todo un pueblo en armas, por decirlo de alguna manera. Machetes, lanzas, azadas, boleadoras y unos pocos fusiles eran las armas para enfrentar al ejército vencedor de Napoleón. Güemes no encontró voluntad de cooperación en la “clase decente de Salta” (como se autodenominaban los grandes comerciantes y feudales), es que el gobernador había suspendido el comercio con el alto Perú, porque consideraba que era fuente de abastecimiento del enemigo. Los terratenientes comenzaron a conspirar contra Güemes, como así también el gobierno centralista de Bs. As. Les molestaba que fuera gaucho. Gaucho eran los federales, los desheredados, y por ese entonces ser gaucho era un delito por “vago y mal entretenido” según un decreto del Directorio.
Sin embargo pese a las molestias de algunos, Güemes era una persona muy instruida, y gran orador, aunque tenía un defecto en su órgano de la voz que lo hacia gangoso.
Tanto San Martín como Belgrano lo valoraban de gran manera y tendrían innumerables expresiones de agradecimiento hacia él y sus gauchos pese a su cada vez más deplorable condición. Las montoneras de Güemes hicieron una guerra sin cuartel a los españoles con dos armas elementales: el caballo y el cuchillo. La Guerra Gaucha, como se la denominó, ha sido objeto de estudio en academias militares internacionales. Sin embargo su origen es el espíritu decidido y la voluntad de los pobladores del norte de poner fin definitivamente a la penetración española en territorio americano, las gestas heroicas de los gauchos de Güemes ocupan un lugar destacado en la historia de la resistencia latinoamericana en busca de la independencia. Pese a que su pueblo era “un esqueleto descarnado” como le escribiera en una carta a Belgrano, hasta en su último minuto de vida, Martín Miguel de Güemes, jamás aceptó los múltiples intentos de soborno por parte de los españoles para que desistiera de su lucha.
Por si fuera poco Rondeau se hizo cargo del Directorio de Bs.As. Rondeau había tenido varias discusiones con Güemes debido a que ostentaba abundancia en sus campamentos norteños, mientras los gauchos que combatían estaban harapientos y sin armas. A esto debía sumarse las guerras civiles, el entrerriano Pancho Ramírez hacía caer las autoridades nacionales luego de la batalla de Cepeda. El panorama se complicaba para Güemes y sus gauchos cada vez mas abandonados en su lucha, esta situación era aprovechada por los españoles que decidieron una violenta invasión. El gobernador Bernabé Araoz de Tucumán, aliado con la “clase decente” salteña comienza a hostigarlo por el sur. Los terratenientes y ricos comerciantes de Salta antes de perder unos pesos deciden aliarse con los españoles en su arremetida, con el fin de conservar sus privilegios comerciales guiando al enemigo hasta Salta. Las fuerzas española y los detractores pérfidos avanzaron hasta Salta, Güemes se encontraba en la casa de su hermana, pues tuvo la desgraciada idea de ir a la ciudad a buscar unos pertrechos, mientras escribía una carta escuchó unos disparos, logro montar su caballo, salir al galope y atravesar una balacera realista apostados en la bocacalle, cruzo la infantería española pero recibió un disparo en la espalda, fue trasladado a Cañada La Horqueta donde pasó sus últimos días. En dos ocasiones intentaron sobornarlo prometiendo enviarle médicos y medicamentos, pero se mantuvo leal a su causa. Según su segundo al mando, el coronel Vidt, Güemes postrado le ordenó:
“Tome usted el mando de las tropas y marche a poner sitio a la ciudad, y no me descanse hasta arrojar fuera de la patria al enemigo”.
El 17 de junio los pobres de Salta se quedaban sin padre, moria Martín Miguel de Güemes, todo un pueblo concurrió en masa a su sepelio en la capilla de Chamical: “una inmensa muchedumbre, de largas distancias venían a tributar al gran hombre, su ofrenda de lágrimas y plegarias” así lo recuerda Juana Maria Gorriti.
El pueblo de Salta le rendiría el mejor homenaje que el pidió, a los diez días de su muerte, al mando del Coronel Vidt, pudo recuperar la ciudad de Salta y expulsar a los realistas definitivamente del norte argentino.

Fuente consultada: Los Mitos de la Historia Argentina, Felipe Pigna.

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