Vistas de página en total

La agresividad

Que una persona demuela a golpes a un señor mayor solo por un problema de tránsito, o que otro termine con la vida de una persona joven y con todo un futuro a tiros, habla del grado de crispación y del estado psicológico y moral de una población al borde del brote de violencia.

Es cada vez mas manifiesta y acentuada la alteración que existe en la calle. La respuesta exagerada a un estímulo diario proporcionalmente inferior provoca una respuesta emotiva desmedida en sujetos predispuestos a la explosión nerviosa. Ante una mínima chispa se inicia un incendio incontrolable como si todo ese momento fuera en sí lo mas prevalente. La tensión nerviosa crónica que se experimenta representa un peligro latente, como un volcán dormido exteriormente, pero activo interiormente y que puede estallar en cualquier momento. Hasta las razones más absurdas desencadenan a veces una tormenta de agresividad difícil de contener en sujetos enceguecidos por la ira. Los psicoanalistas nos dicen que la frustración genera agresividad, y si de frustración se trata, los argentinos sabemos mucho al respecto. Existe una gran frustración colectiva, hemos tenido oportunidades inigualables en momentos claves de nuestra historia para superar problemas coyunturales que hacen a la vida de los pueblos y las hemos dejado escapar por apetitos mezquinos. Suele definirse a la agresividad como un instinto o pulsión de destrucción.

En plano individual, hay personas que poseen escasa tolerancia a la frustración y fallan los mecanismos de defensas psíquicos para amortiguar el impacto producido por los momentos desagradables. La destructividad y la violencia no formarían por tanto parte de la naturaleza del hombre, sino que serían más bien el resultado de un cierto tipo de educación y de aprendizaje, los síntomas de una mala adaptación a la realidad, esta falta de adaptación tiene sus raíces en la infancia y se va agravando con el desarrollo de la persona, debido a la ausencia de compensaciones (o satisfacción a sus requerimientos) y por intolerancia ante las frustraciones. Estas se van acumulando sobrellevadas con aparente normalidad hasta que estallan en forma de ira, a veces ante una insignificancia.-la famosa gota que rebalsa el vaso.-(entrevista) En los primeros estudios sobre la agresión el neurólogo Sigmund Freíd se refirió a la imposibilidad de buscar el placer o evitar el dolor y que en todo individuo existe una inclinación a la destrucción y la muerte.
También el ocio y el aburrimiento generan agresividad, así lo demostró un estudio realizado con monos. Pese a que ya hace muchos años fue realizado aun tiene mucha vigencia. El estudio arrojó como resultado que el aburrimiento provoca en los animales una conducta molesta tendiente a causar alborotos, este ejemplo es de gran importancia para comprender la agresividad humana Existen agresivos no violentos que emplean la difamación, creando problemas o conflictos como método de aplicación de la agresión. Algunos psicólogos sociales han asociado la conducta agresiva al miedo de perder lo que se tiene, tanto material como social, y a la lucha por conservarlo o por poseer mas, en una lucha por el status; este comportamiento toma un carácter casi biológico relacionándose con la supervivencia de los individuos en una sociedad transformada en jungla. Las presiones ejercidas sobre los individuos por la civilización son enormes, aunque el individuo no sea consciente de ellas.
Las personalidades más vulnerables son las que son influidas gradualmente por presiones y exigencias sistematizadas, los estímulos negativos en quienes no pueden adaptarse a diversas situaciones conflictivas desencadenan la desintegración psíquica y emocional de las personas.


La violencia es la lactante cultural de nuestros niños a través de los medios de comunicación. Los noticieros cada vez mas amarillistas muestran, tras la carrera del rating, los cadáveres desangrándose en la calle, los juegos de video contienen una tenebrosa violencia que nadie parece advertir ni controlar, la erotización de la programación chatarra desfigura psicológicamente el normal desarrollo de los niños, etc. A la clase dirigente, trasformada en Tom y Jerry, no le importa demasiado bajar el nivel de tensión, en una trama política mediatizada que tiende a dividir a una sociedad cada vez más confundida. La incidencia de violencia doméstica es elevada, tanto como la desigualdad social que marcha en ascenso y con ella el índice delictivo de la clase con menos recursos, la desvalorización sufrida por los marginados del sistema (pobreza traducida en desnutrición, precarias condiciones de trabajo, vivienda inapropiada, desempleo, enfermedades, limitados servicios de salud, prostitución, alcoholismo, drogas, etc.) es reflejado en un creciente nivel de agresividad. A esto debe sumarse la violencia estructural infringida por la injusticia social. La cultura fracasa en su papel de protectora de los individuos, los individuos se sienten inseguros, no debido a la inseguridad delictiva, sino por que no existe un sentimiento de pertenencia con el resto de la sociedad.
La venta de ansiolíticos se disparó en la última década, este es un claro indicador del estado psíquico actual de la población.

No hay comentarios:

Publicar un comentario