Las intervenciones callejeras son espectáculos en espacios públicos, que consisten en realizar actividades como: malabares en los semáforos, en plazas etc.
Lo que realizan específicamente, es circo y para, lo que en la jerga se llama “pagar derecho de piso” o “curtirse”, van a los semáforos, donde hay un gran afluente de publico. No cualquiera se sube a los elementos circenses (quien escribe hizo la prueba), además hay que tener algo muy importante: vocación. Un malabaristas en las 5 esquinas, un día sábado a la tarde, puede recaudar alrededor de 30 pesos en una hora, una cifra bastante seductora. Sin embargo atraviesan a veces momentos engorrosos.
En Paraná existe un proyecto de reglamentaciones de la resolución 3/09 del consejo deliberante, destinado a regular los artistas callejeros, por el momento prohíbe realizar cualquier espectáculo publico, sin antes solicitar un permiso a la subsecretaria de Cultura de la Municipalidad. De no poseer el permiso, la policía esta obligada a intervenir para liberar el espacio publico. “si te quieren llevar te dicen averiguación de antecedentes, no te dan explicaciones” nos manifiesta Darío García, que al igual que muchos jóvenes de Paraná, ante la falta de alternativas laborales se dedicaron a las intervenciones callejeras. “La policía dice que estamos molestando, nosotros les décimos que estamos trabajando”. Para la Municipalidad esta actividad es considerada molesta, se puede argumentar con justa razón que impiden la visual normal del transito, aunque existan leyes nacionales que avalan el trabajo. “Nosotros despejamos la calle cuando todavía esta en rojo” nos comentan al respecto los malabaristas. Muchos eligen por opción personal capacitarse en circo, de hecho existe una escuela municipal de circo. “la escuela se cae a pedazos, los baños son una vergüenza, obviamente se banca con el trabajo de todos lo que están ahí” se refiere a la escuela Sergio, uno de los malabaristas de los semáforos”
“Lo del permiso…la municipalidad dice que es para que nadie se apropie de un espacio publico, cosa que ellos (la Municipalidad) si lo hace, por ejemplo la fiesta del mate, donde se privatizo un espacio publico como es la costaneras de Paraná. Bueno, hay muchos espacios públicos privatizados como el mercado central, el hipódromo etc.” Esta reflexión nos hace pensar en la contradicción que incurre la comuna si se tiene en cuenta que: a la gente que quiera trabajar en espacios públicos, la municipalidad debe concederle un permiso, mientras que para las grandes empresas, la misma municipalidad le hace excepciones a las ordenanzas establecidas. La actividad desarrollada por los artistas callejeros, no solamente es un trabajo sino también una manifestación cultural. Tampoco cuentan con un espacio cultural donde desarrollar esta actividad y expresarla. “Estábamos haciendo un festival solidario a beneficio de un jardín municipal, pedimos el permiso y pedíamos la colaboración municipal a través de luz y sonido, jamás hemos recibido la contestación y eso que era un festival solidario, entonces: si no nos ayudas a ayudar ¿Qué estas haciendo como funcionario político, tu papel entonces es disfuncional?” Nos afirma Darío acompañado de Sergio, compañero de actividad.“No hay una integración para los artistas callejeros, parece que nosotros somos marginados, además depende el concepto que se tenga del arte. Es como que te marginan, pero es por ignorancia, miedo, por la sensación de inseguridad, porque en realidad te puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar”.
Ahí están los malabaristas en los semáforos, divirtiendo en muchos casos y arrancando una sonrisa a la gente o, a los menos tolerantes, arrancándoles un insulto. En muchos países de Europa, quienes se dedican a las intervenciones callejeras son personajes muy valiosas para el entretenimiento de los turistas que pasean por las calles, siendo la actividad un capital cultural de cada ciudad, sin embargo aquí, se les envía la policía o a veces hay cierta tendencia a criminalizar este tipo de manifestación cultural
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